Me sorprenden muchísimo las declaraciones del señor Quentin Tarantino del otro día. No porque proclamara a los cuatro vientos que le ponía la cruz a esta serie por su falta de fidelidad con el material fuente, después de asegurar que nunca dirigiría una película de cómics por miedo al fandom. No. Es por criticar precisamente la falta de sentimiento exploit en la adaptación. Y es que no me prodigo yo precisamente en el blaxploitation setentero, aunque tampoco soy lo que se dice un neófito, pero encuentro precisamente en la no-tan-marcada herencia de la exageración hortera del Black Power la miga de la última serie Netflix/Marvel.
No tiene la profundidad emocional ni los personajes tan gigantescos que ofrece Daredevil (¡que vaya si ha acusado la marcha de Drew Goddard!) ni la embriagadora ambientación de Jessica Jones, pero emana personalidad, carisma y simpleza a raudales. La mitad del cast es de serie B, el protagonista es todo carisma y poquito talento, el personaje de Mahershala Ali es chirriante cuanto menos y la trama, a la par que obvia, bebe quizás demasiado del esquema de la primera temporada del diablo rojo de Hell's Kitchen. Pero hay una honestidad en esta serie, un compromiso y, sobre todo, un sentido del pragmatismo que la coloca por detrás de Daredevil S01 como la mejor temporada (la propia naturaleza de los crossover invita a esta distinción sobre "mejor serie") fruto del hermanamiento entre la empresa del ratón Mickey, Marvel y el servicio de streaming.
Sabe lo que tiene entre manos, sabe que la profundidad emocional no es su objetivo, que la historia debe tener carisma, ser hortera, desenfadada, no perder el ritmo y, desde luego, no da lugar a piruetas narrativas. Y es que, como ya he mencionado, el personaje de Cottonmouth puede recordar a más de un infame y olvidable narcotraficante de la serie B más que al bueno de Wilson Fisk, pero ojo cuidado con los Killgrave de turno, que tienen que durar 13 episodios montando planes.
Mahershala Ali como Cottonmouth, el villano de la función |
En cierto modo, y salvando las distancias, me recuerda a cuando sacó Darabont su adaptación de L.A. Noir y a cómo se la crucificó por plana, además de lloverle las comparaciones con Boardwalk Empire. La de Winter es de mis series favoritas, no voy a negarlo, pero donde esta se presentaba como un caldero de deconstrucciones trágicas al más puro estilo Coppola, la de la AMC era una taza de expresso pulp, muy edulcorado y con estilo y narices, aun contando con un reparto muy inferior. Era debatir entre peras y chirimoyas, pero una cosa estaba clara, quizás Mob City hubiera sido incluso peor si hubiera apostado por el terreno que pisaba la HBO con la serie de Winter, pero hizo un muy buen producto yendo a lo suyo, con su apuesta reverencialmente pulp, sin, como se suele decir, "mearse fuera del tiesto". Y en ese terreno se mueve Luke Cage, una serie que sale muy bien parada de la comparación con las dos últimas entregas que tuvimos en este universo.